1. Contagio social: La incivilidad puede ser contagiosa, lo que significa que puede transmitirse de una persona a otra a través de interacciones sociales. Cuando las personas ven que otros se comportan de manera descortés, es más probable que ellos se comporten de la misma manera. Esto es especialmente cierto si la descortesía es recompensada o queda impune.
2. Normas del grupo: La incivilidad también puede normalizarse dentro de un grupo u organización. Cuando la descortesía se convierte en la norma, a las personas les resulta más difícil hablar en contra de ella. Esto puede conducir a una cultura del silencio, en la que la gente tiene miedo de hablar por temor a represalias.
3. Falta de responsabilidad: Cuando la descortesía no se aborda ni se castiga, se envía el mensaje de que se tolera o incluso se acepta. Esto puede alentar a las personas a seguir comportándose de manera descortés y puede dificultar que las víctimas de la descortesía obtengan justicia.
4. Liderazgo negativo: La descortesía también puede ser transmitida por líderes negativos que modelan un comportamiento descortés. Cuando los líderes se comportan de manera incivil, marcan la pauta para toda la organización. Esto puede provocar un efecto de goteo, en el que los empleados de todos los niveles se sientan justificados a comportarse de manera incivil.
5. Cultura organizacional: La cultura general de una organización también puede desempeñar un papel en la propagación de la incivilidad. Las organizaciones que se caracterizan por altos niveles de estrés, competencia y conflicto tienen más probabilidades de experimentar descortesía.
La incivilidad puede tener un impacto devastador en el lugar de trabajo. Puede provocar una disminución de la productividad, un aumento de la rotación y una disminución de la moral de los empleados. También puede crear un ambiente de trabajo hostil que sea perjudicial tanto para los empleados como para los clientes.
Para combatir la propagación de la incivilidad, las organizaciones deben adoptar un enfoque proactivo. Esto incluye establecer estándares claros de comportamiento, responsabilizar a las personas por sus acciones y crear una cultura organizacional positiva. Al tomar estas medidas, las organizaciones pueden crear un lugar de trabajo más civilizado y productivo.