1. Fragilización por neutrones: Los neutrones producidos durante las reacciones nucleares pueden dañar los componentes metálicos de un reactor, volviéndolos quebradizos y más susceptibles a agrietarse. Esto puede ocurrir en el núcleo del reactor, donde el flujo de neutrones es mayor, pero también puede afectar a otros componentes como el recipiente a presión y las tuberías.
2. Corrosión: La radiación también puede provocar corrosión de componentes metálicos, especialmente en presencia de agua u otras sustancias corrosivas. Esto puede provocar un adelgazamiento del metal y un mayor riesgo de fugas o fallas.
3. Daños en el revestimiento del combustible: Las barras de combustible de un reactor nuclear están revestidas con una funda metálica para evitar la liberación de material radiactivo. La radiación puede dañar este revestimiento, provocando fallas en el combustible y la liberación de material radiactivo en el refrigerante.
4. Daños en la varilla de control: Las barras de control se utilizan para controlar la velocidad de las reacciones nucleares en un reactor. La radiación puede dañar las barras de control, haciéndolas menos efectivas para controlar la reacción y aumentando el riesgo de un accidente nuclear.
5. Daños a la electrónica: La radiación también puede dañar los componentes electrónicos de un reactor nuclear, como sensores, computadoras y sistemas de control. Esto puede provocar mal funcionamiento y fallos que podrían comprometer la seguridad del reactor.
Los efectos de la exposición a la radiación en los reactores nucleares pueden ser significativos y, eventualmente, pueden llevar a la necesidad de cerrar el reactor o reemplazar componentes importantes. Para minimizar los efectos de la radiación, los reactores nucleares están diseñados con múltiples capas de sistemas de seguridad y son monitoreados constantemente para detectar cualquier signo de daño o degradación.