Aumento de las temperaturas de la superficie del mar:
El aumento de las temperaturas globales está provocando temperaturas más cálidas en la superficie del mar en el Océano Atlántico. El agua más cálida proporciona más energía para que se formen e intensifiquen los huracanes, lo que genera tormentas más poderosas y destructivas.
Cambios en la circulación atmosférica:
El cambio climático está provocando cambios en los patrones de circulación atmosférica, incluido un debilitamiento de la corriente en chorro. Esto puede generar condiciones más favorables para que los huracanes se desarrollen y persistan en la cuenca del Atlántico.
Intensificación rápida:
Las investigaciones han demostrado que el cambio climático está contribuyendo a la rápida intensificación de los huracanes. Esto se refiere al rápido aumento de la velocidad del viento y la intensidad de los huracanes en un corto período de tiempo, lo que puede hacerlos aún más destructivos.
Mayor precipitación:
Los huracanes impulsados por el cambio climático tienden a producir más precipitaciones, lo que provoca inundaciones y deslizamientos de tierra extremos. El aumento de la humedad en la atmósfera debido a las temperaturas más cálidas aumenta el potencial de lluvia de estas tormentas.
Temporadas extendidas de huracanes:
El cambio climático está provocando temporadas de huracanes más largas en el Atlántico, donde las tormentas se forman antes y duran más. Esto aumenta el riesgo de que las comunidades costeras se vean afectadas por huracanes y la posibilidad de que se produzcan más daños.
Si bien la variabilidad climática natural también influye en la actividad de los huracanes, las tendencias observadas y la evidencia científica sugieren firmemente que el cambio climático inducido por el hombre está intensificando los huracanes y haciéndolos más destructivos en la región del Atlántico.