Los ciclones tropicales del Atlántico norte obtienen su energía de las cálidas aguas de la Corriente del Golfo. La Corriente del Golfo es una corriente oceánica cálida que fluye desde el Golfo de México hacia el Océano Atlántico Norte. La Corriente del Golfo transporta agua cálida desde los trópicos al Atlántico Norte, donde ayuda a mantener la temperatura del océano lo suficientemente cálida como para soportar ciclones tropicales. Sin las cálidas aguas de la Corriente del Golfo, no se podrían formar ciclones tropicales en el Océano Atlántico Norte.