Termorreceptores:los insectos tienen estructuras sensoriales especializadas llamadas termorreceptores, que se distribuyen por todo el cuerpo, particularmente en las antenas, las patas y el abdomen. Estos termorreceptores contienen neuronas sensoriales que responden a los cambios de temperatura.
Sensilla cuticular:la cutícula del insecto, la capa más externa de su exoesqueleto, también contiene estructuras especializadas llamadas sensilla cuticular. Algunas de estas sensillas son termorreceptores que detectan cambios de temperatura.
Neuronas especializadas:ciertas neuronas dentro del sistema nervioso del insecto son sensibles a la temperatura y actúan como termorreceptores. Estas neuronas se pueden encontrar en varias partes del cuerpo, incluido el cerebro, el tórax y el abdomen.
Respuestas conductuales:los insectos también pueden exhibir respuestas conductuales al calor, como buscar refugio en áreas más frías, cambiar sus patrones de actividad para evitar las horas más calurosas del día o mostrar comportamientos para evitar el calor, como abanicar las alas o extender las patas para disipar el calor. .
La sensibilidad y el alcance de la detección de celo pueden variar entre las diferentes especies de insectos, y algunos insectos pueden tener mecanismos de termorecepción más sofisticados que otros. Al sentir el calor, los insectos pueden regular su temperatura corporal, buscar hábitats adecuados, localizar fuentes de alimento, evitar a los depredadores y responder adecuadamente a las condiciones ambientales cambiantes.