Específicamente, la presión más alta dentro de una olla a presión eleva el punto de ebullición del agua de 100°C (212°F) a 121°C (250°F), lo que acelera significativamente el proceso de cocción. Esta es la razón por la que alimentos que normalmente tardarían horas en cocinarse, como los frijoles secos y las carnes, se pueden cocinar en sólo una fracción del tiempo en una olla a presión.
Además, la temperatura y presión más altas dentro de una olla a presión ayudan a romper las paredes celulares de los alimentos más rápidamente, lo que da como resultado platos tiernos y sabrosos. Como la olla a presión atrapa el vapor, también evita la evaporación de sabores y aromas, lo que da lugar a sabores más intensos en los alimentos cocinados.
Sin embargo, es fundamental seguir los tiempos de cocción y las pautas recomendados para cada receta para garantizar que los alimentos se cocinen de forma segura y adecuada en una olla a presión. Los diferentes alimentos tienen diferentes tiempos de cocción y cocinar demasiado en una olla a presión puede provocar resultados blandos o demasiado cocidos.