La razón principal de este patrón es que para mantener tasas metabólicas más altas se requieren más recursos, como alimentos. Como resultado, las especies con tasas metabólicas más altas tienen más dificultades para encontrar recursos suficientes para sustentar poblaciones grandes. Además, las especies con tasas metabólicas más altas suelen tener tiempos de generación más cortos, lo que significa que se reproducen con mayor frecuencia y, por tanto, sus poblaciones pueden crecer más rápidamente.
Sin embargo, esta relación no siempre es sencilla. Por ejemplo, algunas especies con altas tasas metabólicas pueden tener otros rasgos que les permitan sustentar poblaciones más grandes, como una amplia distribución geográfica o la capacidad de vivir en una variedad de hábitats.
Además de los efectos directos de la tasa metabólica sobre el tamaño de la población, la tasa metabólica también puede influir indirectamente en el tamaño de la población a través de sus efectos sobre otros factores ecológicos. Por ejemplo, las especies con tasas metabólicas más altas suelen tener tamaños corporales más pequeños, lo que puede hacerlas más susceptibles a la depredación. Además, las especies con tasas metabólicas más altas suelen tener una esperanza de vida más corta, lo que puede provocar tasas de mortalidad más altas.
Comprender la relación entre la tasa metabólica y el tamaño de la población es importante por varias razones, como predecir las tendencias de la población y comprender la dinámica de la población. Al comprender cómo interactúan estos factores, podemos comprender mejor cómo se estructuran las poblaciones y cómo responden a los cambios ambientales.