El voltaje final de la celda puede variar según el tipo de química de la batería y la construcción de la celda. Por ejemplo, en las baterías de iones de litio, el voltaje de la celda final normalmente se establece en alrededor de 3,0 V por celda, mientras que para las baterías de plomo-ácido, el voltaje de la celda final suele ser de alrededor de 1,8 V por celda.
El voltaje final de la celda también se ve influenciado por la velocidad de descarga. Tasas de descarga más altas pueden provocar un voltaje de celda final más bajo debido al aumento de la resistencia interna y la generación de calor dentro de la batería. Es importante considerar la tasa de descarga al configurar el voltaje de la celda final para garantizar que la batería no sufra daños.
Monitorear el voltaje de la celda final es esencial para garantizar la seguridad y la longevidad de la batería. Los sistemas de gestión de baterías monitorean continuamente el voltaje de la celda final y toman las acciones apropiadas, como desconectar la carga o reducir la corriente de descarga, para evitar que la batería se descargue excesivamente. Al gestionar adecuadamente el voltaje de la celda final, las baterías pueden funcionar de forma segura, eficiente y dentro de sus especificaciones nominales.