La concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera ha aumentado desde el inicio de la revolución industrial. Las actividades humanas, en particular la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) para la producción de energía y la deforestación, han liberado grandes cantidades de CO2 a la atmósfera. Esto ha provocado un aumento significativo de las concentraciones de gases de efecto invernadero, que atrapan el calor y provocan el calentamiento del planeta.