1. Inspiración: Durante la inspiración, respiramos aire de la atmósfera, que contiene aproximadamente un 0,04% de dióxido de carbono. Este aire ingresa a los pulmones a través de la nariz o la boca y viaja por la tráquea hasta los bronquios. Los bronquios se dividen en ramas más pequeñas llamadas bronquiolos, que conducen a los alvéolos, que son pequeños sacos de aire donde tiene lugar el intercambio de gases.
2. Vencimiento: Una vez que el aire llega a los alvéolos, el oxígeno del aire pasa al torrente sanguíneo a través de los capilares que rodean los alvéolos. Al mismo tiempo, el dióxido de carbono del torrente sanguíneo pasa a los alvéolos para ser expulsado del cuerpo. La concentración de dióxido de carbono en los alvéolos es mayor que la de la atmósfera, por lo que el dióxido de carbono desciende por su gradiente de concentración y se difunde desde los alvéolos hacia el aire de los pulmones.
Cuando exhalamos, el aire que exhalamos contiene una mayor concentración de dióxido de carbono (aproximadamente 4%) y una menor concentración de oxígeno (aproximadamente 15%) en comparación con el aire que inhalamos. Esta diferencia en las concentraciones de gases se debe a el proceso de respiración, donde el cuerpo absorbe oxígeno y libera dióxido de carbono como producto de desecho.