Esta relación puede entenderse en términos del comportamiento de las moléculas de aire. Cuando la presión del aire es alta, las moléculas de aire están más juntas. Esto se debe a que el aumento de presión obliga a las moléculas a ocupar un volumen menor. Como resultado, aumenta la densidad del aire. Por el contrario, cuando la presión del aire es baja, las moléculas de aire están más dispersas. Esto se debe a que la disminución de la presión permite que las moléculas ocupen un volumen mayor. Como resultado, la densidad del aire disminuye.
La relación entre la densidad del aire y la presión es importante en varias aplicaciones. Se utiliza, por ejemplo, para diseñar alas de aviones. Las alas de un avión están diseñadas para crear una región de baja presión sobre el ala y una región de alta presión debajo del ala. Esta diferencia de presión crea una fuerza de sustentación que permite que la aeronave vuele. La relación entre la densidad del aire y la presión también es importante en la predicción meteorológica. Cuando la presión del aire es alta, el aire es más denso y tiende a hundirse. Esto puede provocar cielos despejados y buen tiempo. Cuando la presión del aire es baja, el aire es menos denso y tiende a ascender. Esto puede provocar nubes y precipitaciones.