Cuando la luz del sol incide sobre una molécula de clorofila, la energía de la luz se absorbe y se utiliza para excitar electrones. Estos electrones excitados luego pasan a lo largo de una serie de transportadores de electrones, creando un gradiente electroquímico a través de la membrana tilacoide. Este gradiente se utiliza para impulsar la síntesis de ATP, una molécula que almacena energía química.
Además de su papel en la fotosíntesis, la clorofila también desempeña un papel en la protección de las plantas del daño causado por la radiación ultravioleta (UV). La radiación ultravioleta puede dañar el ADN y otros componentes celulares, pero las moléculas de clorofila pueden absorber la radiación ultravioleta y disipar su energía en forma de calor. Esto ayuda a proteger las plantas de los efectos nocivos de la radiación ultravioleta.
La clorofila es una molécula esencial para la vida en la Tierra. Es el pigmento principal responsable del color verde de las plantas y juega un papel vital en el proceso de la fotosíntesis. Sin clorofila, las plantas no podrían convertir la luz solar en energía química y toda la cadena alimentaria se vería alterada.