Reactividad:
Los metales reactivos son altamente reactivos, lo que significa que participan fácilmente en reacciones químicas. Los metales no reactivos, también conocidos como metales nobles, son menos reactivos y tienden a ser más estables en su forma pura.
Corrosión:
Los metales reactivos son propensos a la corrosión debido a su alta reactividad. Reaccionan fácilmente con el oxígeno, el agua u otras sustancias de su entorno, formando óxidos u otros compuestos. Los metales no reactivos, por otro lado, son resistentes a la corrosión y no forman fácilmente dichos compuestos.
Brillo:
Los metales reactivos suelen tener una apariencia brillante y lustrosa debido a su capacidad para reflejar la luz. Los metales no reactivos también poseen una apariencia brillante, pero su brillo tiende a ser más duradero ya que son menos susceptibles al deslustre y la corrosión.
Dureza:
Los metales reactivos son generalmente más blandos en comparación con los metales no reactivos. Sus estructuras cristalinas tienden a estar menos apretadas, lo que las hace más fáciles de deformar o cortar. Los metales no reactivos, por otro lado, suelen ser más duros porque tienen estructuras cristalinas más compactas.
Conductividad:
Los metales reactivos son generalmente buenos conductores de electricidad y calor. Los electrones de valencia débilmente unidos en los metales reactivos permiten un movimiento más fácil de los electrones, lo que facilita la transferencia eficiente de energía. Los metales no reactivos también son buenos conductores, pero pueden tener una conductividad ligeramente menor debido a sus enlaces más fuertes.
Configuraciones electrónicas:
Los metales reactivos tienen capas electrónicas externas incompletas, lo que los hace ansiosos por perder electrones y lograr estabilidad. Esta configuración electrónica impulsa su alta reactividad. Los metales no reactivos, por el contrario, tienen capas electrónicas externas completas, lo que los hace menos propensos a perder o ganar electrones, de ahí su menor reactividad.
Ejemplos:
Los metales reactivos incluyen sodio (Na), potasio (K), calcio (Ca), hierro (Fe) y aluminio (Al). Ejemplos de metales no reactivos incluyen oro (Au), plata (Ag), platino (Pt) e iridio (Ir).
En resumen, los metales reactivos son altamente reactivos, propensos a la corrosión, tienen una apariencia brillante, son relativamente más blandos y son buenos conductores de electricidad y calor. Los metales no reactivos, por el contrario, son menos reactivos, resistentes a la corrosión, brillantes, más duros y también buenos conductores de electricidad y calor.