Triturar la sustancia hasta convertirla en polvo aumenta la superficie de la sustancia, lo que permite que una mayor cantidad de disolvente entre en contacto con la sustancia y la disuelva. La agitación ayuda a romper los grumos de la sustancia y permite que el disolvente circule más libremente, lo que también aumenta la velocidad de disolución. El aumento de la temperatura del disolvente aumenta la energía cinética de las moléculas del disolvente, lo que les permite moverse más rápidamente y descomponer la sustancia más fácilmente.