La concentración de oxígeno y dióxido de carbono en la atmósfera está inversamente relacionada. A medida que aumenta la concentración de dióxido de carbono, disminuye la concentración de oxígeno. Esto se debe a que el dióxido de carbono es producto de la respiración y la combustión, y en estos procesos se consume oxígeno. Además, el dióxido de carbono puede reaccionar con el agua para formar ácido carbónico, que puede disolverse en el océano y reducir la cantidad de oxígeno disponible para la vida marina. Como resultado, la creciente concentración de dióxido de carbono en la atmósfera conduce a una disminución de la concentración de oxígeno.