Residuos de piña utilizados en el proyecto. Crédito:Universidad de Alicante
Un grupo de investigadores del Departamento de Química Analítica, Nutrición y Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Alicante trabaja desde finales de 2021 en un proyecto de desarrollo de bioaromas naturales para aumentar la vida útil de los alimentos frescos y reducir el desperdicio alimentario. El objetivo es conseguir nuevos materiales plásticos sostenibles de origen natural que, obtenidos a partir de los residuos de piña, tanto del corazón como de la piel, tengan sistemas activos naturales sinérgicos de doble acción.
En esta línea, los investigadores han conseguido el primer resultado del proyecto:un nuevo material que contiene compuestos naturales activos con capacidad antioxidante. El material plástico no solo tiene la capacidad de ser un recipiente, sino también de interactuar con los alimentos que almacena y aumentar su capacidad de conservación, aumentando así su vida útil.
El proyecto se encuentra actualmente en fase de validación estudiando el impacto del material, que se está utilizando para controlar el enranciamiento de alimentos frescos envasados, como la carne roja, a la que se le está dando un ciclo de vida más largo. Por otro lado, la investigación también estudia la incorporación de compuestos activos potenciadores del aroma, que también procederían de los residuos de la piña y que irían encaminados a mejorar la experiencia sensorial del consumidor a través del olfato.
El proyecto "Desarrollo de bioaromas naturales para aumentar la vida útil de los alimentos frescos y reducir el desperdicio alimentario", está liderado por investigadores del Departamento de Química Analítica, Nutrición y Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Alicante, en colaboración con el grupo Anecoop y con el participación de investigadores de los centros internacionales Sigma Clermont (Francia) y la Universidad Tecnológica de Panamá. En concreto, el grupo de investigación está formado por las profesoras Ana Beltrán y Arantzazu Valdés, del Departamento de Química Analítica, Nutrición y Ciencias de la Alimentación; y las investigadoras María Soledad Prats, Raquel Sánchez y Adriana Juan.
Según Valdés, su principal objetivo es el desarrollo de películas comestibles de origen natural con extractos antioxidantes y capacidad aromática obtenidos a partir de residuos de piña para su posterior aplicación en la industria del envasado de alimentos.
En la misma línea, Beltrán informa que estos residuos podrían ser una buena fuente de compuestos antioxidantes, muy útiles en la prevención del deterioro oxidativo de los alimentos grasos, así como una fuente de aroma afrutado y dulce útil para su incorporación en productos alimenticios y envases activos. como aditivo potenciador del aroma en alimentos y bebidas. Esto da una segunda vida a residuos que pueden superar el 50% del peso total de cada pieza.
Según el grupo de investigación, el desperdicio mundial de alimentos se estima en 1.300 millones de toneladas por año. Este hecho significa la aparición creciente y preocupante de algunos problemas para el ser humano, pues representan el 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero, el 20% del consumo de agua dulce y el 30% del uso global del suelo agrícola, explicó Valdés. En general, el desperdicio masivo de recursos y los impactos ambientales relacionados han hecho de la recuperación de desperdicios de alimentos una importante estrategia de mitigación ambiental para evitar pérdidas económicas y uno de los objetivos de desarrollo sostenible más importantes.
En este contexto, los desperdicios y residuos de alimentos de origen vegetal, como cáscaras, tallos, semillas o salvados, entre otros, contienen componentes potencialmente valiosos como saborizantes, fitoquímicos y compuestos bioactivos con propiedades nutricionales, actividad antimicrobiana y antioxidante favorables en el desarrollo de nuevos materiales funcionales con efectos beneficiosos para la conservación de los alimentos, por lo que son una vía necesaria para que la industria alimentaria contribuya a la sociedad con la generación de cero residuos, aborde objetivos de sostenibilidad e integre el concepto de economía circular, concluyó Beltrán. Cómo prolongar la vida útil y evitar el desperdicio de alimentos