La célula humana se mueve mediante el uso de cilios y flagelos, organelos que están unidos a otro orgánulo, el cuerpo basal. Los organismos propulsores actúan como motores fuera de borda, enraizados en la capa de plasma de la célula. La célula se convierte así en una especie de yate genético que avanza continuamente a través de su mar protoplasmático.
Cilia y Flagella Propel
Los cilios y flagelos propulsores son estructuras diminutas que ocupan la superficie de la célula humana. Son parecidos a un cabello y se distinguen por su distribución. Los cilios, más pequeños y de aspecto okupa, cubren la superficie de la célula, mientras que los flagelos, mucho más escasos en la superficie celular, son estructuras más largas que se asemejan a látigos.
Cuerpos basales sujetan propelentes
Los cuerpos basales son característicos de las células eucariotas, que son células encerradas en membranas. A diferencia de las células procariotas, las células eucariotas contienen un núcleo que viaja en su célula por medio de la propulsión de flagelos o cilios. Los cilios y flagelos se adhieren a la célula en el cuerpo basal, un orgánulo a base de proteínas, también conocido como centríolo modificado, que sirve tanto para crear como para conectar los cilios y flagelos a la célula. Ancla los motores fuera de borda del yate genético, por así decirlo, a medida que la célula transporta su carga de ADN.