La idea errónea podría provenir del hecho de que la luz de las galaxias distantes toma millones, incluso miles de millones de años para llegar a nosotros. Esto se debe a que esas galaxias están increíblemente lejos, y la luz viaja a una velocidad finita.
Sin embargo, el sol es nuestra estrella más cercana, y su luz no lleva casi tanto tiempo llegar a nosotros.