* Tecnología limitada: Los telescopios disponibles en esos tiempos carecían de la precisión y el aumento necesario para detectar los pequeños cambios en las posiciones estelares causadas por el paralaje. Incluso los mejores instrumentos no eran lo suficientemente potentes como para medir los ángulos increíblemente pequeños involucrados.
* la atmósfera de la Tierra: El efecto borrosa de la atmósfera, conocido como visión atmosférica, obstaculizó aún más su capacidad para distinguir los cambios minuciosos en las posiciones de las estrellas.
* Las vastas distancias a las estrellas: Las estrellas están increíblemente lejos, lo que hace que el efecto de paralaje sea extremadamente pequeño. Incluso las estrellas más cercanas exhiben solo pequeños cambios en sus aparentes posiciones mientras la Tierra orbita el Sol. Este pequeño cambio estuvo más allá de la capacidad de detección de los telescopios tempranos.
* supuestos incorrectos: Algunos primeros astrónomos creían en un modelo geocéntrico del universo (Tierra en el centro) y asumieron que las estrellas eran fijas e inmóviles. Esta creencia les impidió buscar paralaje, lo cual es una consecuencia del movimiento de la Tierra alrededor del Sol.
No fue hasta el siglo XIX que se realizaron las primeras mediciones exitosas de paralaje estelar, gracias a los telescopios mejorados y al desarrollo de técnicas de medición más sensibles. Esto confirmó el modelo heliocéntrico del sistema solar y allanó el camino para nuestra comprensión moderna de la vasta escala del universo.