Cuando una estrella masiva muere, explota en una supernova. Esta explosión libera una enorme cantidad de energía y materia al espacio. La materia de la supernova puede formar entonces nuevas estrellas y planetas.
El proceso de formación de estrellas comienza con el colapso de una nube de gas y polvo. Esta nube se llama nebulosa. La nebulosa está formada por hidrógeno, helio y otros elementos. A medida que la nebulosa colapsa, se calienta y comienza a brillar. Esta nebulosa brillante se llama nebulosa de emisión.
En el centro de la nebulosa de emisión se forma una protoestrella. Una protoestrella es una estrella joven que aún se está formando. La protoestrella continúa creciendo a medida que acumula más y más materia de la nebulosa.
Finalmente, la protoestrella se calienta lo suficiente como para iniciar una fusión nuclear. Este es el proceso mediante el cual las estrellas generan energía. Una vez que comienza la fusión nuclear, la protoestrella se convierte en una estrella de la secuencia principal.
La etapa de la secuencia principal es la etapa más larga en la vida de una estrella. Durante esta etapa, la estrella quema hidrógeno y lo convierte en helio. La estrella permanecerá en la secuencia principal hasta que se quede sin hidrógeno.
Cuando la estrella se queda sin hidrógeno, comienza a desprenderse de la secuencia principal. La estrella se convertirá en una gigante roja, luego en una enana blanca y finalmente en una enana negra.
La muerte de una estrella masiva puede desencadenar la formación de nuevas estrellas. La explosión de una supernova libera una enorme cantidad de energía y materia al espacio. Esta materia puede luego formar nuevas estrellas y planetas.