La fuente de luz ideal debe tener un alto grado de coherencia, tanto temporal como espacial. La coherencia temporal se refiere a la capacidad de las ondas de luz para mantener una relación de fase constante a lo largo del tiempo, mientras que la coherencia espacial se refiere a la capacidad de las ondas de luz para mantener una relación de fase constante en el espacio. Una fuente de luz altamente coherente produce un haz bien definido con mínima interferencia o dispersión, lo que la hace adecuada para aplicaciones como holografía, interferometría y mediciones de precisión.