El diseño de la sonda incorpora varias medidas de protección para mitigar los efectos de los impactos del polvo. La estructura de la nave espacial consta de materiales compuestos de carbono livianos, que brindan cierta resistencia a los impactos de partículas de polvo. Además, se instala un robusto escudo térmico en la parte delantera de la nave espacial, diseñado principalmente para soportar el intenso calor del Sol, pero que también sirve como protección secundaria contra el polvo.
Sin embargo, a pesar de estas medidas de protección, Parker Solar Probe sigue siendo vulnerable al efecto acumulativo de numerosos impactos a lo largo del tiempo. Las partículas de polvo más pequeñas aún pueden causar erosión y daños a instrumentos y superficies sensibles, lo que podría afectar el rendimiento y la vida útil de la sonda.
Para hacer frente a estos riesgos, la nave espacial está equipada con un sofisticado sistema autónomo llamado Sistema de Control Térmico Activo (ATCS). Este sistema monitorea continuamente la temperatura de la sonda y ajusta automáticamente su orientación para minimizar la exposición al calor excesivo. Al regular su temperatura, el ATCS ayuda a proteger los componentes sensibles de la sonda, incluidos aquellos susceptibles a daños por impactos de polvo a hipervelocidad.
En general, si bien Parker Solar Probe está construido con características de protección, el riesgo de impacto del polvo a hipervelocidad sigue siendo un desafío formidable. Los científicos e ingenieros monitorean de cerca el estado de la nave espacial durante su misión para garantizar su longevidad y éxito en la exploración de regiones inexploradas cerca del Sol.