El ciclón del polo norte es la tormenta más grande del Sistema Solar y abarca aproximadamente 1.400 millas (2.250 kilómetros) de diámetro. Juno ha observado esta tormenta arremolinada desde que la nave espacial llegó a Júpiter en julio de 2016. Con el tiempo, la apariencia y estructura de la tormenta han cambiado, incluido el color y la distribución de las nubes dentro del ciclón.
Para rastrear estos cambios, Jónsson y Gill aprovecharon el punto de vista único de Juno, que permite a la nave espacial obtener imágenes de primer plano de los polos del planeta. Las imágenes utilizadas para crear este mosaico fueron tomadas a una altitud de aproximadamente 21.500 a 22.500 millas (34.600 a 36.200 kilómetros) sobre las cimas de las nubes de Júpiter.
Al comparar imágenes del polo norte de Júpiter tomadas durante las primeras nueve órbitas científicas de Juno (2016-2018) con imágenes tomadas durante las órbitas 29 a 42 (2021-2023), Jónsson y Gill notaron algunos cambios sutiles pero significativos en la apariencia del ciclón polar.
En las imágenes anteriores, el ciclón polar parecía mayormente blanco y brillante, con un toque de azul en el centro. Sin embargo, en las imágenes más recientes, el ciclón parece tener colores más variados, con tonos de azul, morado y rojo cada vez más prominentes. Estos cambios de color pueden indicar diferencias en la composición y distribución de las nubes dentro de la tormenta.
Además, la forma y estructura del ciclón parecen haber evolucionado con el tiempo. La región oscura central de la tormenta, que se forma por el afloramiento de gases desde las profundidades de la atmósfera de Júpiter, se ha vuelto más alargada y menos circular en imágenes recientes. Los "rayos" brillantes que se extienden hacia afuera desde el ciclón también se han vuelto más prominentes y menos curvados, lo que sugiere cambios en la dinámica y circulación de la tormenta.
Estos cambios observados en el ciclón del polo norte de Júpiter subrayan la naturaleza dinámica y en constante cambio de la atmósfera del planeta. Al continuar monitoreando a Júpiter a lo largo del tiempo, Juno brindará a los científicos información valiosa sobre los procesos que impulsan estos cambios atmosféricos y profundizará nuestra comprensión del planeta más grande de nuestro Sistema Solar.