La antimateria es la imagen especular de la materia ordinaria. Sin embargo, a diferencia de la materia, la antimateria se aniquila (o se desvanece en energía pura) cuando entra en contacto con la materia normal. ¡Esta aniquilación equivale a tomar un gramo de materia y convertirlo en energía, lo que sería igual a la energía de la explosión de una nube atómica en forma de hongo!
Por esta razón, la antimateria no puede ocurrir naturalmente en la Tierra y, en cambio, debe crearse en aceleradores de partículas como el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), donde los científicos chocan partículas subatómicas para crear antimateria y estudiarla.
A pesar de su rareza, el universo contiene antimateria. Incluso hay galaxias enteras de antimateria, donde la antimateria está por todas partes y la materia es escasa.
La cuestión de dónde proviene la antimateria ha desconcertado a los científicos durante décadas. Durante más de 50 años, se sospechaba que gran parte de la antimateria de nuestra Vía Láctea se origina en interacciones de los rayos cósmicos con la materia interestelar, pero hasta ahora no había pruebas definitivas.
Los rayos cósmicos están formados por partículas cargadas de energía que se aceleran en explosiones de supernovas y otros fenómenos energéticos del cosmos. Cuando los rayos cósmicos ingresan a la Vía Láctea desde el exterior o nacen dentro de la galaxia, chocan contra el gas y el polvo interestelar dentro de nubes moleculares gigantes:vastos depósitos de gas y polvo donde se forman nuevas estrellas.
Utilizando una combinación de modelos informáticos y observaciones con el telescopio espacial de rayos gamma Fermi, los científicos han confirmado por primera vez que las colisiones de protones de rayos cósmicos con el gas y el polvo dentro de nubes moleculares gigantes explican la mayoría de los flujos de antiprotones observados. —medido por el experimento AMS-02 en la Estación Espacial Internacional.
El resultado se publica en la revista Physical Review Letters y ayudará a desentrañar el misterio de cómo tienen lugar algunos de los fenómenos más extremos del universo.
"Esta es una medición revolucionaria", afirmó Stefan Funk, profesor asociado de física y miembro Kavli de la Universidad de California en Santa Bárbara. "Los datos y el análisis proporcionados por el equipo AMS-02 son absolutamente fantásticos".