A principios de la década de 1960, los científicos comenzaron a descubrir los efectos nocivos del DDT en el medio ambiente y la salud humana. El DDT es un contaminante orgánico persistente (COP), lo que significa que no se descompone fácilmente en el medio ambiente. Los COP pueden acumularse en la cadena alimentaria y pueden tener diversos efectos nocivos para la salud humana, incluidos cáncer, problemas reproductivos y trastornos del desarrollo.
En 1972, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) prohibió el uso de DDT para la mayoría de los fines. Sin embargo, la EPA permitió el uso continuo del DDT para algunos propósitos específicos, incluido el control de la malaria en ciertas partes del mundo.
En la década de 1990, la EPA comenzó a reevaluar el uso del DDT. La agencia descubrió que el DDT todavía se usaba ilegalmente en los Estados Unidos y que el insecticida todavía representaba una amenaza para la salud humana y el medio ambiente. En el año 2000, la EPA prohibió todos los usos del DDT en Estados Unidos.
El vertido de DDT frente a la costa de la isla Catalina ha tenido un impacto devastador en el ecosistema marino. Se ha encontrado DDT en los tejidos de peces, mamíferos marinos y aves marinas. El insecticida ha causado una variedad de problemas en estos animales, incluidos problemas reproductivos, trastornos del desarrollo y cáncer.
La limpieza de la contaminación por DDT frente a la isla Catalina es una tarea compleja y desafiante. Se estima que costará millones de dólares y tardará muchos años en completarse. Sin embargo, la limpieza es esencial para proteger la salud humana y el medio ambiente.