No hay evidencia que sugiera que la aurora boreal haya jugado algún papel en el hundimiento del Titanic. Si bien es cierto que las auroras son tormentas electromagnéticas provocadas por la colisión de partículas cargadas del sol con el campo magnético de la Tierra, no tienen ningún efecto directo sobre los barcos. La aurora es principalmente un efecto visual que ocurre en lo alto de la atmósfera terrestre y no interfiere con el funcionamiento de un barco ni con su seguridad.
Los principales factores que contribuyeron al hundimiento del Titanic fueron múltiples, incluida la alta velocidad del barco en aguas propensas a los icebergs, un número inadecuado de botes salvavidas, sistemas de comunicación deficientes y la decisión del capitán de no reducir la velocidad a pesar de recibir advertencias de hielo.