Un componente clave del reloj circadiano es un circuito de retroalimentación transcripcional-traduccional que involucra varios genes del reloj. Los elementos positivos de este bucle, CLOCK y BMAL1, forman un complejo que activa la transcripción de los elementos negativos, como PER y CRY. Las proteínas PER y CRY se acumulan en el citoplasma y eventualmente inhiben la actividad de CLOCK-BMAL1, completando así el circuito de retroalimentación. Los bucles de retroalimentación adicionales y las modificaciones postraduccionales contribuyen a la solidez y precisión del reloj circadiano.
La investigación de la última década ha identificado una pequeña molécula de ARN, miR-219, como un potencial regulador del reloj circadiano. miR-219 apunta directamente a la transcripción de PER1, uno de los elementos negativos del circuito de retroalimentación. Se ha demostrado que la sobreexpresión de miR-219 altera el ritmo circadiano en fibroblastos y células hepáticas de ratón. Curiosamente, los niveles de miR-219 están regulados por el reloj circadiano, lo que sugiere una relación reguladora recíproca entre los dos.
Sin embargo, es importante señalar que miR-219 es sólo una pieza del complejo rompecabezas del reloj circadiano y no explica por completo las complejidades de la regulación circadiana. Se necesita más investigación para comprender completamente la interacción entre miR-219 y los otros componentes del reloj circadiano y cómo contribuyen a la coordinación temporal de los procesos fisiológicos.