En la inmensidad del espacio, donde innumerables cuerpos celestes bailan y giran, un asteroide solitario captó la atención de los astrónomos. Con un nombre que resonó en la comunidad científica, Bennu, esta modesta roca espacial guardaba un secreto que intrigó a investigadores de todo el mundo.
Tres pequeñas partículas de polvo, recolectadas durante la misión OSIRIS-REx de la NASA, resultaron fundamentales para desentrañar los misterios ocultos de Bennu. Estas motas, cada una más pequeña que un grano de sal, contenían un tesoro de información que arrojaba luz sobre la historia y la composición del asteroide.
El viaje a Bennu
La misión OSIRIS-REx, lanzada en 2016, se embarcó en un viaje para encontrarse con Bennu, un antiguo asteroide cercano a la Tierra de aproximadamente 490 metros de diámetro. Después de años de anticipación y planificación meticulosa, la nave espacial llegó con éxito a su destino en diciembre de 2018, haciendo historia como la primera nave espacial en tocar y recolectar muestras de un asteroide.
Toca y listo
En octubre de 2020, la nave espacial descendió con cuidado a la superficie de Bennu, extendiendo su brazo robótico para hacer contacto con la superficie del asteroide. Durante cinco breves pero críticos segundos, el cabezal de recolección del brazo rozó el terreno rocoso, capturando piezas preciosas del material de Bennu y almacenándolas de manera segura en una cápsula de recolección de muestras.
La revelación de las motas de polvo
Entre las muestras recolectadas había tres pequeñas partículas de polvo que contenían la clave para descubrir los secretos de Bennu. Científicos del Laboratorio Lunar y Planetario de la Universidad de Arizona, dirigidos por el Dr. Dante Lauretta, analizaron estas motas utilizando un instrumento de última generación llamado NanoSIMS (espectrómetro de masas de iones nano secundarios).
El NanoSIMS, un microscopio iónico de alta precisión, permitió a los investigadores examinar la composición química de las motas con un nivel de detalle sin precedentes. Al medir las proporciones de diferentes elementos dentro de las partículas, el equipo descubrió que la composición de Bennu se parece mucho a los meteoritos clasificados como "condritas carbonosas", meteoritos primitivos que se cree que son restos del sistema solar primitivo.
Este hallazgo sugirió que Bennu es un bloque de construcción primordial que se formó durante la infancia del sistema solar, hace aproximadamente 4.500 millones de años. La composición conservada del asteroide proporciona información valiosa sobre las condiciones y procesos que dieron forma a nuestro sistema planetario.
Una Piedra Rosetta del Sistema Solar
Las tres motas de polvo de Bennu tienen el potencial de revolucionar nuestra comprensión de la formación y evolución del sistema solar. Actúan como cápsulas del tiempo, ofreciendo un vistazo al pasado y proporcionando información crucial sobre los materiales y procesos que existieron en los albores de nuestro vecindario cósmico.
El estudio en curso de las muestras de Bennu, incluidas las tres motas de polvo, promete arrojar aún más revelaciones en los próximos años. Estos pequeños fragmentos tienen el poder de desbloquear los secretos del universo, recordándonos que incluso las entidades más pequeñas pueden desentrañar misterios de grandes proporciones.