El sistema solar contiene dos tipos de planetas. Los primeros cuatro, Mercurio a través de Marte, son planetas rocosos o "terrestres". Los cuatro exteriores, Júpiter a través de Neptuno, son planetas gaseosos o "jovianos". Si bien las condiciones en estos planetas pueden ser muy diferentes entre sí, cada tipo de planeta comparte algunas similitudes y ofrece su propio conjunto de desafíos en lo que respecta a la exploración y observación.
Planet Formation
Planets forma del material sobrante que existe alrededor de una nueva estrella. Cerca de la estrella, este material tiende a ser sólido, y se traduce en grupos rocosos que chocan entre sí y gradualmente se acumulan en discos y esferas posteriores. Más lejos, el disco de acreción de la estrella consiste en materiales más ligeros como gases congelados, por lo que los planetas distantes tienden a formarse a partir de estos materiales. A medida que la presión aumenta con la densidad del planeta, se genera calor, que descongela los gases y crea las atmósferas gruesas distintivas que tipifican los planetas gaseosos.
Aspecto y composición
Los planetas terrestres son diferentes, pero todos tienen ciertas similitudes. Cada uno tiene una superficie sólida y alguna forma de atmósfera, aunque puede ser extremadamente delgada, como las que están alrededor de Mercurio y Marte. Los planetas de gas no tienen superficie sólida, pero pueden tener un núcleo rocoso o uno formado por gases empujados a un estado metálico por la intensa presión en las profundidades del planeta. Los gigantes gaseosos también tienden a recolectar anillos de material sobrante que orbitan alrededor del planeta, y estos pueden variar desde casi imperceptibles, como los anillos de Júpiter, hasta extremadamente densos y una de las características más identificables del planeta, como es el caso de Saturno.
Diferencias Atmosféricas
Las características atmosféricas de los planetas rocosos y gaseosos difieren. Los planetas rocosos pueden tener atmósferas que varían de casi inexistentes a gruesas y opresivas, como la densa atmósfera cargada de gases de efecto invernadero de Venus. Los planetas terrestres del sistema solar tienen atmósferas compuestas principalmente de gases como dióxido de carbono, nitrógeno y oxígeno. Los gigantes gaseosos, por otro lado, consisten principalmente en gases más ligeros como el hidrógeno y el helio. La intensa gravedad de estos grandes planetas da como resultado una atmósfera que se vuelve más densa a medida que se llega al núcleo.
Desafíos de exploración
Los planetas terrestres ofrecen la mayor oportunidad para la exploración, porque además de la órbita observación, las agencias espaciales pueden aterrizar embarcaciones directamente en la superficie. Los Landers han explorado la luna, Marte e incluso Venus, aunque la atmósfera de ese planeta destruyó rápidamente la nave que llegó a la superficie. Los gigantes gaseosos no tienen superficie que explorar, lo que limita su exploración principalmente a las sondas orbitales. Sin embargo, la NASA estrelló la sonda Galileo en la atmósfera de Júpiter al final de su misión en 2003, y la misión Huygens en 2005 aterrizó una nave espacial en la luna de Saturno, Titán.