Los investigadores comenzaron con una suspensión de partículas del tamaño de una micra en un líquido. Luego introdujeron la suspensión en un dispositivo de microfluidos, que constaba de una serie de canales y cámaras. Los canales fueron diseñados para crear un gradiente de fuerzas capilares, lo que provocó que las partículas se autoensamblaran en estructuras 3D.
Los investigadores pudieron controlar el tamaño, la forma y la porosidad de las estructuras 3D variando el caudal de la suspensión y la geometría del dispositivo de microfluidos. También demostraron que las estructuras eran estables y podían retirarse fácilmente del dispositivo.
Los investigadores creen que su método podría utilizarse para crear una amplia variedad de materiales funcionales. Por ejemplo, podrían crear estructuras porosas para la ingeniería de tejidos utilizando partículas hechas de materiales biocompatibles. También podrían crear sensores y actuadores mediante el uso de partículas que respondan a estímulos específicos.
La investigación fue publicada en la revista Nature Materials.