Fase de Gigante Roja:
A medida que el Sol envejece, comienza a agotar su combustible de hidrógeno. Esto conduce a una disminución de su presión interna, lo que hace que el núcleo se contraiga y las capas externas se expandan. A medida que aumenta la superficie del Sol, su temperatura disminuye, dándole una apariencia rojiza. Esta fase se conoce como fase de gigante roja.
Durante esta fase, la luminosidad del Sol aumenta significativamente. Se vuelve cientos o miles de veces más brillante de lo que es hoy. El aumento de luminosidad hace que los planetas interiores, incluidos Mercurio, Venus y la Tierra, experimenten calor y radiación intensos.
Expansión y absorción:
A medida que el Sol continúa evolucionando hasta convertirse en una gigante roja, sus capas externas se expanden aún más, extendiéndose mucho más allá de la órbita de la Tierra. Esta expansión eventualmente lleva a que el Sol engulla los planetas interiores. El momento exacto de esta absorción depende de la tasa de pérdida de masa del Sol y del grado de su expansión.
Destino planetario:
Se desconoce el destino de los planetas interiores durante la fase de gigante roja. Es posible que sean completamente vaporizados por el intenso calor y la radiación del Sol. Alternativamente, podrían ser engullidos y asimilados por las capas exteriores del Sol. Los planetas exteriores, como Júpiter y Saturno, están más alejados del Sol y es menos probable que se vean afectados directamente por su expansión.
Formación de la enana blanca:
Después de la fase de gigante roja, el núcleo del Sol sufre un rápido colapso, desprendiéndose de sus capas externas y formando un remanente denso y caliente conocido como enana blanca. La enana blanca se protege contra un mayor colapso mediante la presión de degeneración electrónica, que surge del principio de exclusión que rige el comportamiento de los electrones.
Nebulosa Planetaria:
Durante la transición a una enana blanca, el Sol expulsa sus capas externas en forma de una hermosa y brillante capa de gas y polvo conocida como nebulosa planetaria. Esta nube de gas en expansión irradia durante miles de años y finalmente se dispersa en el medio interestelar. La nebulosa planetaria es un testimonio de las etapas finales de evolución del Sol.
En resumen, cuando nuestro Sol muera, pasará por una fase de gigante roja, que potencialmente envolverá a los planetas interiores, antes de colapsar finalmente en una enana blanca. Las capas exteriores del Sol serán expulsadas como una nebulosa planetaria, mientras que el núcleo quedará como un remanente denso.