Radiación solar: La Luna está expuesta a un constante bombardeo de partículas de alta energía y fotones del Sol, lo que se conoce como radiación solar. Estas partículas incluyen la radiación ultravioleta (UV), los rayos X y los rayos gamma. La radiación solar puede provocar ionización y daños en la estructura del vidrio, provocando la formación de centros de color y la degradación de sus propiedades ópticas.
Radiación cósmica: La radiación cósmica está formada por partículas de alta energía, como protones y núcleos atómicos, que se originan fuera del sistema solar. Estas partículas tienen energías extremadamente altas y pueden causar daños importantes a los materiales con el tiempo. La radiación cósmica puede provocar desplazamientos atómicos e ionización en el vidrio, provocando cambios en sus propiedades físicas y químicas.
Radiación de la Luna: La Luna contiene elementos radiactivos naturales, como uranio, torio y potasio. Estos elementos emiten partículas alfa, partículas beta y rayos gamma a medida que se desintegran. La radiación de la Luna puede contribuir a la degradación del vidrio al provocar ionización y alterar su estructura.
Los efectos específicos de la radiación sobre el vidrio de la Luna durante miles de millones de años dependerían de varios factores, incluido el tipo de vidrio, su composición y su historial de exposición. En general, la radiación puede hacer que el vidrio se decolore, se vuelva quebradizo y más susceptible a la intemperie y la erosión. El alcance de estos efectos dependería de la dosis de radiación acumulada y la duración de la exposición.