Se ha sugerido que la EFS es un medio potencial para mitigar el calentamiento global, particularmente si otros esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero no son suficientes. Sin embargo, es una técnica controvertida con varios riesgos e incertidumbres potenciales.
Una de las principales preocupaciones sobre el SAI es que podría interferir con los patrones climáticos y la estabilidad climática. Al reflejar la luz solar lejos de la Tierra, el SAI podría alterar las precipitaciones regionales, los patrones de viento y la circulación oceánica. Esto podría tener consecuencias no deseadas, como sequías, inundaciones y cambios en la productividad agrícola.
Otra preocupación es la posibilidad de que SAI altere la capa de ozono, que protege a la Tierra de la dañina radiación ultravioleta. Las partículas de aerosol utilizadas para SAI podrían reaccionar con las moléculas de ozono, agotando la capa de ozono y aumentando la exposición humana a la radiación ultravioleta.
También existen preocupaciones sobre las implicaciones sociales, éticas y políticas de la EFS. Por ejemplo, algunos críticos argumentan que la EFS crearía un riesgo moral, reduciendo el incentivo para que los países reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero. Además, existen preocupaciones sobre quién controlaría el despliegue de la EFS y cómo se tomarían decisiones sobre cómo, cuándo y bajo qué circunstancias se utilizaría.
En general, si bien la EFS puede tener el potencial de mitigar el calentamiento global, es un enfoque complejo y arriesgado que requiere una cuidadosa consideración y más investigación. Existen muchas incertidumbres sobre los impactos potenciales de SAI, y es importante sopesar los posibles beneficios y riesgos antes de tomar cualquier decisión sobre si implementar o no esta tecnología.