La fuerza de los nuevos imanes será más débil que la del imán original, ya que algunos de los dominios magnéticos se perderán durante el proceso de rotura. Sin embargo, cada mitad seguirá siendo un imán completamente funcional, con sus propios polos norte y sur.
Este fenómeno se conoce como inducción magnética, y es el mismo proceso que se utiliza para crear imanes frotándolos contra otro imán. Cuando se frota un imán contra una pieza de metal, los dominios magnéticos del metal se alinean con los dominios magnéticos del imán, creando un nuevo imán.
Se puede utilizar el mismo principio para crear imanes a partir de cualquier material magnético, como hierro, níquel y cobalto.