Cuando un rayo de luz incide sobre una superficie, puede reflejarse, refractarse o absorberse. Cuando la luz se refleja, el ángulo entre el rayo incidente (el rayo de luz antes de tocar la superficie) y el rayo reflejado (el rayo de luz después de tocar la superficie) es igual al ángulo entre el rayo incidente y la normal a la superficie (una línea perpendicular a la superficie en el punto de incidencia).
En el caso de un espejo plano, la superficie es plana, por lo que la normal a la superficie es perpendicular al espejo. Cuando un rayo de luz incide normalmente en un espejo plano, significa que el rayo de luz viaja paralelo a la normal a la superficie. En este caso, el ángulo entre el rayo incidente y la normal a la superficie es cero. Dado que el ángulo entre el rayo incidente y el rayo reflejado es igual al ángulo entre el rayo incidente y la normal a la superficie, el ángulo entre los rayos incidente y reflejado también es cero.
En otras palabras, cuando un rayo de luz incide normalmente en un espejo plano, se refleja directamente sobre sí mismo.