Enlace covalente:
En los enlaces covalentes, los átomos comparten electrones para formar moléculas estables. La fuerza del enlace covalente depende del número de electrones compartidos y de la electronegatividad de los átomos involucrados. Los enlaces covalentes suelen ser fuertes y pueden dar como resultado sólidos duros, quebradizos y con puntos de fusión altos. Los ejemplos incluyen diamante (enlace covalente carbono-carbono) y carburo de silicio (enlace covalente silicio-carbono).
Enlace iónico:
En el enlace iónico, un átomo dona electrones a otro átomo, lo que resulta en la formación de iones con carga positiva (cationes) e iones con carga negativa (aniones). La fuerza del enlace iónico depende de la carga de los iones y de la distancia entre ellos. Los enlaces iónicos suelen ser fuertes y pueden producir sólidos duros, quebradizos y con puntos de fusión altos. Los ejemplos incluyen cloruro de sodio (NaCl) y óxido de calcio (CaO).
Unión metálica:
En los enlaces metálicos, los electrones más externos de los átomos metálicos están deslocalizados y pueden moverse libremente por toda la red metálica. Esto crea un "mar" de electrones que mantiene unidos los iones metálicos cargados positivamente. Los enlaces metálicos suelen ser fuertes y pueden dar a los metales sus propiedades características, como alta conductividad eléctrica y térmica, maleabilidad y ductilidad. Los ejemplos incluyen cobre, aluminio y acero.
En general, la intensidad relativa de las fuerzas que mantienen unidas las partículas en un sólido se puede clasificar como enlace covalente> enlace iónico> enlace metálico. Sin embargo, la intensidad real de las fuerzas también depende de los átomos o moléculas específicos involucrados y de la estructura cristalina del sólido.