La reflexión y la refracción ocurren simultáneamente cuando la luz incide oblicuamente, es decir, no perpendicularmente, en el límite entre dos medios que tienen diferentes índices de refracción. En esta situación, una parte de la luz se refleja de regreso al medio original, mientras que la otra parte se transmite y refracta al segundo medio. El ángulo de incidencia (el ángulo en el que la luz incide en la superficie) determina las cantidades relativas de reflexión y refracción que se producen. Este fenómeno es fundamental en óptica y es responsable de muchos de los efectos que observamos en el mundo que nos rodea, como la curvatura de la luz al pasar del aire al agua o del vidrio al aire.