Por ejemplo, si un delincuente irrumpe en una casa y deja una huella digital, esa huella puede usarse para identificarlo. De manera similar, si una víctima es atacada y su ropa se rasga, las fibras de la ropa se pueden encontrar en la ropa del atacante. Al examinar los rastros de evidencia dejados en la escena del crimen, los científicos forenses pueden reconstruir lo que sucedió y quiénes estuvieron involucrados.
El principio de Locard también se utiliza en otros campos, como la arqueología y la paleontología. Al examinar los rastros de evidencia dejados por animales y humanos, los científicos pueden aprender sobre su comportamiento e interacciones pasadas.
El principio de Locard es una herramienta poderosa que ha ayudado a resolver innumerables crímenes y mejorar nuestra comprensión del pasado. Es un recordatorio de que incluso el contacto más pequeño puede dejar una impresión duradera.