En una red metálica, los átomos metálicos están dispuestos en un patrón regular, formando una estructura cristalina. Los átomos se mantienen unidos mediante fuertes enlaces metálicos que surgen del intercambio de electrones de valencia entre los átomos. Estos enlaces forman una estructura rígida que resiste la deformación y mantiene su forma en condiciones normales.
Los metales son conocidos por su alta resistencia y rigidez, lo que se atribuye a los fuertes enlaces metálicos y a la disposición regular de los átomos. Esta rigidez es crucial para muchas aplicaciones de ingeniería, como materiales de construcción, maquinaria, vehículos y estructuras aeroespaciales, donde la resistencia a la deformación es esencial.