Vértebras:a diferencia de la mayoría de las otras aves, que tienen entre 7 y 8 vértebras cervicales, los búhos suelen poseer entre 13 y 14 vértebras en el cuello. Estas vértebras adicionales proporcionan una mayor flexibilidad y permiten un mayor rango de movimiento.
Ligamentos y músculos:los búhos tienen ligamentos y músculos excepcionalmente fuertes que rodean sus vértebras, actuando como estructuras de soporte que mantienen la integridad de los vasos sanguíneos durante las rotaciones extremas de la cabeza.
Arterias carótidas:Las arterias carótidas, que suministran sangre al cerebro, son increíblemente elásticas en los búhos. Esta elasticidad evita que se doblen o se estiren excesivamente cuando se gira la cabeza, lo que garantiza un flujo sanguíneo ininterrumpido al cerebro.
Foramen Magnum:El agujero magno es una abertura en la base del cráneo donde la médula espinal se conecta con el cerebro. En los búhos, este agujero es inusualmente grande, lo que permite un mayor movimiento del cráneo en relación con la columna, lo que facilita la rotación suave de la cabeza.
Anastomosis:los búhos poseen una red de conexiones de pequeños vasos sanguíneos llamadas anastomosis, que proporcionan rutas alternativas para la circulación sanguínea. Estas anastomosis ayudan a redirigir el flujo sanguíneo si algún vaso sanguíneo primario se comprime durante la rotación de la cabeza.
Además, el cerebro y las estructuras circundantes de los búhos están bien adaptados para manejar movimientos rápidos de la cabeza. Sus ojos están fijos dentro de las cuencas oculares y pueden girar ligeramente para compensar los giros de la cabeza, lo que les permite mantener el enfoque visual durante los movimientos rápidos de la cabeza.
A través de estas adaptaciones anatómicas únicas, los búhos han superado los desafíos asociados con la rotación extrema de la cabeza, lo que les permite lograr una flexibilidad notable mientras mantienen un suministro de sangre ininterrumpido al cerebro y las estructuras vitales.