Las lenguas doradas se colocaban en la boca de los difuntos para garantizar que pudieran comunicarse con los dioses y diosas en el más allá. Las lenguas a menudo estaban hechas de finas láminas de oro y, a veces, tenían inscritas oraciones o hechizos mágicos.
Además de las lenguas de oro, en ocasiones también se enterraban momias con otros objetos de oro, como joyas, amuletos y máscaras funerarias. Se creía que estos objetos protegían a los difuntos y les ayudaban en su viaje al más allá.