1. Mitigación del cambio climático: Los combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas natural, son los principales contribuyentes a las emisiones de gases de efecto invernadero, impulsando el cambio climático. Las fuentes de energía alternativas, como la energía solar, el viento e hidroeléctrica, son renovables y producen pocas o ninguna emisión, lo que las hace esenciales para reducir nuestra huella de carbono y combatir el cambio climático.
2. Agotamiento de recursos: Los combustibles fósiles son recursos finitos que eventualmente se agotarán. Confiar únicamente en ellos crea una vulnerabilidad a las fluctuaciones de precios y la potencial escasez. La transición a fuentes de energía renovable como la energía solar y el viento garantiza un suministro de energía sostenible y a largo plazo, asegurando la independencia de la energía y reduciendo la dependencia de los mercados volátiles de combustibles fósiles.