1. Calor de la formación de la Tierra :Cuando la Tierra se formó hace unos 4.500 millones de años, la intensa compresión gravitacional de su material generó una cantidad significativa de calor. Este calor inicial todavía se retiene en el interior de la Tierra.
2. Desintegración radiactiva: Los elementos radiactivos, como el uranio, el torio y el potasio, están presentes en el manto y la corteza terrestre. Estos elementos sufren desintegración radiactiva, un proceso que libera energía térmica a medida que se transforman en elementos más estables. La desintegración de estos elementos radiactivos contribuye a la producción interna de calor de la Tierra.
3. Presión :La inmensa presión en el núcleo de la Tierra, que puede alcanzar varios millones de atmósferas, comprime los átomos y las moléculas, provocando que generen calor. Este calentamiento por compresión contribuye a las altas temperaturas del interior de la Tierra.
4. Convección Térmica: La transferencia de calor dentro del manto terrestre se produce mediante convección térmica. El material caliente del núcleo sube hacia la corteza, se enfría y vuelve a descender al núcleo. Esta circulación continua de calor genera una cantidad sustancial de calor en el interior de la Tierra.
5. Fuerzas de marea: Las interacciones gravitacionales entre la Tierra y otros cuerpos celestes, como el Sol y la Luna, inducen fuerzas de marea. Estas fuerzas provocan ligeras deformaciones en la superficie de la Tierra y en el manto sólido, lo que lleva a la generación de calor por fricción. El calentamiento de las mareas aporta una pequeña cantidad de calor a la temperatura interna de la Tierra.
Como resultado de estos factores, la temperatura en el núcleo de la Tierra puede alcanzar aproximadamente 5.700 grados Celsius (10.232 grados Fahrenheit), que es comparable a la temperatura de la superficie del Sol. El calor del interior de la Tierra impulsa procesos geológicos como la tectónica de placas, las erupciones volcánicas y las transformaciones metamórficas.