La luz solar se compone de diferentes componentes, incluida la luz visible, la radiación infrarroja y la radiación ultravioleta. Mientras que la luz visible nos permite ver objetos y colores, la radiación infrarroja es la responsable de la sensación de calor. Tiene longitudes de onda más largas que la luz visible y no es visible para el ojo humano. Cuando la luz solar incide sobre las superficies, una parte de su energía es absorbida, lo que hace que los objetos aumenten de temperatura y emitan radiación infrarroja en forma de calor. Este principio se utiliza en diversas tecnologías, como controles remotos e imágenes térmicas, donde la radiación infrarroja se detecta y se convierte en datos o imágenes utilizables.