La bombilla suele estar hecha de vidrio, que es un buen conductor del calor. Esto significa que la bombilla puede calentarse o enfriarse rápidamente cuando entra en contacto con una superficie a diferente temperatura. El líquido dentro del bulbo se expande o contrae en consecuencia.
El tamaño y la forma del bulbo también pueden afectar la precisión del termómetro. Una bombilla más grande tardará más en calentarse o enfriarse, lo que puede hacerla menos precisa para medir pequeños cambios de temperatura. Una bombilla más estrecha se calentará o enfriará más rápidamente, lo que la hará más precisa para medir pequeños cambios de temperatura.
Algunos termómetros también tienen un pequeño depósito en la parte superior del bulbo. Este depósito permite que el líquido se expanda cuando la temperatura sube mucho, evitando que el termómetro se rompa.