En una caldera de vapor se calienta agua hasta que alcanza su punto de ebullición y se convierte en vapor. Este proceso requiere el aporte de energía térmica, que normalmente se obtiene mediante la quema de combustibles fósiles. Luego, el vapor sube y fluye hacia un condensador, donde entra en contacto con agua fría. El agua fría absorbe el calor del vapor, lo que hace que se condense y vuelva a convertirse en agua. Este proceso libera la energía térmica que originalmente se usaba para hervir el agua, que luego puede usarse para generar electricidad o para otros fines industriales.
La cantidad de energía térmica liberada cuando el vapor se condensa depende de varios factores, incluida la temperatura del vapor, la temperatura del agua fría y la cantidad de vapor que se condensa. En general, cuanto mayor sea la temperatura del vapor y más fría esté el agua, más energía térmica se liberará.
La condensación de vapor es un proceso importante en muchas aplicaciones industriales, incluida la generación de energía, calefacción y refrigeración. También es un componente clave del ciclo del agua, que es el movimiento continuo de agua entre la superficie de la Tierra y la atmósfera.