La energía del sol calienta la superficie de la Tierra, lo que hace que el aire sobre ella se caliente y se eleve. Esto crea áreas de alta y baja presión, que luego generan vientos que soplan desde las áreas de alta presión a las áreas de baja presión.
La energía del sol también calienta los océanos, lo que hace que el agua se expanda y se vuelva menos densa. Esta diferencia de densidad crea corrientes oceánicas, que son corrientes de agua cálida o fría que fluyen a través de los océanos.