La energía con la que trabaja un cohete es la energía almacenada en su combustible. Cuando el combustible se quema, libera esta energía en forma de calor y presión. El calor y la presión hacen que los gases de escape se expandan rápidamente, creando el empuje que impulsa el cohete hacia adelante.
La cantidad de empuje que produce un cohete depende de la masa de los gases de escape y de la velocidad a la que son expulsados. Cuanta más masa se expulse y cuanto más rápido se expulse, mayor será el empuje.
Los cohetes también están sujetos a las leyes de la gravedad. La fuerza de la gravedad empuja los cohetes hacia la Tierra, por lo que deben quemar combustible constantemente para vencer esta fuerza y seguir avanzando.
La eficiencia energética de un cohete está determinada por la relación entre la energía liberada por el combustible y la energía necesaria para hacer avanzar el cohete. Los cohetes son generalmente muy ineficientes, ya que sólo utilizan una pequeña fracción de la energía liberada por el combustible para producir empuje. Sin embargo, son la única forma de impulsar objetos al espacio.