Generalmente, el poder calorífico del carbón se mide en unidades como kilojulios por kilogramo (kJ/kg) o unidades térmicas británicas por libra (Btu/lb). El poder calorífico de los diferentes tipos de carbón puede oscilar entre aproximadamente 18.000 y 30.000 kJ/kg (4.300 a 7.200 Btu/lb).
Cuanto mayor sea el poder calorífico, más energía se podrá extraer de una determinada cantidad de carbón. Cuando se quema carbón, la energía química almacenada en sus enlaces moleculares se libera en forma de energía térmica. Esta energía térmica se puede aprovechar para diversos fines, como generar electricidad, alimentar calderas industriales o producir calor para edificios residenciales y comerciales.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que el carbón es un combustible fósil no renovable y su combustión libera contaminantes y gases de efecto invernadero que pueden tener impactos ambientales negativos. Como resultado, ha habido un impulso global para abandonar el carbón y explorar fuentes de energía más sostenibles.