Los más jóvenes: Los cuerpos de los niños también son menos eficientes a la hora de regular la temperatura y tienen una mayor relación entre superficie y peso corporal que los adultos, lo que significa que pueden absorber más calor.
Personas con enfermedades crónicas: Las personas con enfermedades crónicas como enfermedades cardíacas, pulmonares y diabetes tienen más probabilidades de ser hospitalizadas o morir por causas relacionadas con el calor.
Personas socialmente aisladas: Las personas que viven solas o tienen un apoyo social limitado tienen más probabilidades de estar expuestas al calor extremo durante largos períodos de tiempo y es posible que no tengan los recursos para enfriar sus hogares u obtener ayuda médica si la necesitan.
Personas que trabajan al aire libre: Las personas que trabajan al aire libre están expuestas a calor extremo durante largos períodos de tiempo y es posible que no tengan la oportunidad de tomar descansos o refrescarse.
Personas que viven en zonas urbanas: Las zonas urbanas tienden a ser más calurosas que las rurales, debido a la presencia de edificios, pavimento y otras superficies que absorben y retienen el calor. Las personas que viven en zonas urbanas también tienen más probabilidades de estar expuestas a la contaminación del aire, lo que puede exacerbar los efectos del calor.
Personas que están embarazadas: Las mujeres embarazadas tienen más probabilidades de sufrir enfermedades relacionadas con el calor y también tienen un mayor riesgo de dar a luz a bebés prematuros o con bajo peso al nacer.